lunes, 18 de junio de 2012

EL dedo roto

Ahora mismo pensaba en el "chiste" (por llamarlo de alguna manera):
"Un hombre acude al médico aquejado de diversos dolores.
-Mire doctor -dice el tipo mientras se señala el pecho-, me duele aquí, también aquí –añade señalándose el vientre-, aquí –señalándose la cabeza- y aquí…
Señala diversas partes y afirma que todas le duelen. Tras unos segundos de pensarlo detenidamente, el médico, sentencia.
- Señor, creo que lo que a usted le pasa es que tiene el dedo roto."

Así de sencillo, así de difícil de reconocer. Muchas veces vemos dolor en nosotros, vemos molestias, incomodidades. Lo achacamos a lo que nos rodea, a los otros. Señalamos sin parar lo que nos perjudica y las faltas de los demás. Buscamos una rodillera, un apósito, una tirita, cualquier cosa que nos alivie ese malestar y que nos llene la falta. Es extremadamente complicado darse cuenta de que probablemente nos hayamos roto el dedo. Eso situaría la falta, la carencia, en nosotros mismos, exculparía a ese mundo hostil y horrible que está a nuestro alrededor y al que tan fácilmente recurrimos cuando hay que culpar a alguien.

Sí, seguramente lo que está roto es el dedo, el que señala. Así una vez el doctor nos hace el señalamiento del verdadero problema somos capaces de buscar una tablilla para inmovilizarlo y comenzar la recuperación.

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