Y llegamos al
viernes. El miércoles por la tarde estuve leyendo a tope y ayer también seguí
un rato. Por eso estoy ya en un 79% del libro, que tampoco es que sea muy
largo. Volví a comenzar el Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Me ha sorprendido
bastante ver que lo comencé a leer en enerode 2017! Hace dos años!!! Y en aquel entonces yo diría que no llegué ni al
30% en las veces que leí... Esta vez en una tarde llegué al 59%. El libro me
está gustando bastante, la historia no es muy complicada pero el mundo
distópico que presenta tiene similitudes con el que nos está tocando vivir
(aunque en nuestra realidad si podamos leer libros).
El libro es de
los años 50 pero todo lo que explica sobre cómo la gente se pone unos
auriculares y ve programas inmersivos
para abstraerse de la realidad y vivir feliz se puede trasladar a nuestros días.
Todo está orquestado para que la gente no piense, se vive rápido, sin razonar.
Se tienen experiencias superficiales que no calan en la persona y que a los
pocos días ya no recuerda. Os suena? Nosotros tenemos nuestro móviles… la gente
no tiene ningún reparo en sacarlos del bolsillo y dejarse absorber por sus
aplicaciones: instragram, twitter, facebook… interfaces diseñadas con un scroll
infinito para que puedas seguir consumiendo contenido sin parar, sin darte
apenas cuenta. Hace un tiempo leí que la persona que había inventado esa
función de scroll (deslizar hacia arriba o hacia abajo) infinito se arrepentía
de haberla creado. Fácilmente uno puede ver una publicación e ir deslizando a
la vez que van apareciendo más publicaciones relacionadas, así sin fin, dejando
pasar los minutos e incluso las horas. Al final del día vagamente se recuerda
una ínfima parte de lo que se ha visto, ha sido gratificación instantánea pero
sin que nada haya cambiado.
En el mundo de
Fahrenheit 451 (la temperatura a la que arde el papel, 232,8 C, aunque
realmente no lo sea) los libros están prohibidos porque la divergencia de
pensamiento solo genera conflictos. En algún punto de la historia en esa
ficción las casas se hicieron ignífugas y los bomberos dejaron de apagar fuegos
para convertirse en un cuerpo de represión dedicado a quemar cualquier libro.
El protagonista es uno de ellos y en la historia va despertando de ese estado
de adormecimiento mental en el que está sumido. El resto es parte de la
historia. Lo dicho, el libro me está gustando y me queda poco para terminarlo
(a ver si lo hago hoy). Ha sido una buena manera de volver a leer novela :P A
ver el siguiente! Pero hoy ya es viernes y entramos en el fin de semana. A
descansar!
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